Por Angélica Sanchéz
Ilustración: Laurie A. Conley
En el competitivo mundo empresarial, la propuesta de valor es clave. Se trata de ese conjunto de características y ventajas que hacen que un producto o servicio destaque y sea elegido por los clientes. Tradicionalmente, estas ventajas han estado relacionadas con el precio, la calidad y la experiencia del usuario. Sin embargo, en los últimos años hemos visto un cambio de paradigma. Aspectos como el cuidado del medio ambiente, los negocios justos, la inclusión, los derechos humanos, baja emisión de gases, los modelos circulares, entre otros, han tomado fuerza como ofertas que denotan diferencia y valor a la hora de comprar o usar un producto o servicio; sobre todo a nuevos consumidores conscientes y preocupados por el cambio climático y que están pendientes por apoyar con sus consumos dinámicas empresariales y de producción ética y responsable.
Para ellos, una propuesta de valor sostenible no solo significa un producto de calidad, sino también un compromiso ético con el planeta y la sociedad. Marcas como Patagonia son un claro ejemplo de esto. A pesar de tener precios más altos que la competencia, su compromiso con el medio ambiente y sus acciones activistas hacen que sus clientes se sientan parte de algo más grande. No están solo comprando ropa duradera y de calidad, sino que también están apoyando causas importantes y manifestando su rechazo a prácticas irresponsables. En resumen, una propuesta de valor sostenible va más allá de lo funcional. Es una declaración de principios y un llamado a la acción para construir un mundo mejor. Es trascender lo meramente material y conectar emocionalmente con los consumidores a través del compromiso con el planeta y la sociedad “Self transcendence”.
¿Qué ventajas tiene para una empresa una propuesta de valor sostenible?
La sostenibilidad se considera un elemento clave en la estrategia empresarial actual, en reputación, en marca, en desempeño y crecimiento, además está comprobado que genera: reducción de costes y mejora de la eficiencia- mitigación de riesgos- fomento de la innovación y crecimiento.
Los consumidores están cada vez más conscientes de su poder para influir en el comportamiento de las empresas y premiar a aquellas que demuestren un compromiso genuino con la sostenibilidad. Sin embargo, uno de los grandes retos de las marcas es encontrar enfoques más específicos y relevantes dentro del mundo de la sostenibilidad; es habitual encontrar prácticas comunes y genéricas que se vuelven paisajes a la hora de diferenciarse los unos de los otros. Para superar a sus competidores, las empresas necesitan encontrar enfoques que sean más difíciles de imitar, pero sobre todo ser coherentes, consistentes y veraces en los RTB’s detrás de esa propuesta de valor, ya que los consumidores y clientes se están volviendo lo suficientemente inquietos como para diferenciar entre Greenwashing y creación de valor.
Un antídoto a esos valores sostenibles, sutiles y pandos es el poder del propósito, con un enfoque de arriba hacia abajo que impulse las estrategias sostenibles y de buen gobierno, pero que a la vez esté respaldado de abajo hacia arriba por una cultura organizacional.
Este es un llamado a los emprendedores, a las nuevas generaciones de empresarios: empiecen por pensar en su Propósito Superior, eso es darle coherencia, trascendencia y relevancia a lo que hacen. Piensen en el porqué y el para qué, incluso antes del Qué y el cómo, con una oferta de valor ligada fuertemente a ello. Esto es una garantía de blindaje hacia la competencia, de una transcendencia a largo plazo, y claro, la oportunidad de impactar positivamente.